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martes, 4 de marzo de 2008

Las Aventuras De Yalú

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El fantástico poder de uno de los sabios chamanes, reposa sobre Yalú, el niño perteneciente a la comarca Kuna. El adquiere este singular don, cuando en una cueva descubre tres figuras milenarias talladas sobre la roca y al pasar su mano sobre ellas, toman vida.
Yalú junto a Tucán, Atalaya un águila Real y Dago el Camaleón, viven divertidas aventuras que comparten con nosotros, llevando además un mensaje de paz y bienestar para toda la humanidad.

Fragmento del libro:
E n una hermosa región entre montañas y ríos, hay una tribu de indios Kuna compuesta de pocas familias que viven de la pesca y del cultivo de maíz, arroz, plátano y yuca.
Las mujeres atienden sus hogares y elaboran a mano con telas de colores, adornos con diseños llamativos de flores o de animales a los cuales llaman molas. Ellas utilizan sus coloridas creaciones para adornar las blusas de los vestidos típicos que usan a diario. En medio de la sencillez y grata convivencia, son muy felices. Las familias se reúnen cada noche alrededor de una fogata para escuchar las historias que cuentan los ancianos.
Entre los niños de la tribu hay un pequeño de cinco años llamado Yalú que es muy inteligente.
E
stá amaneciendo y en la comarca todos duermen profundamente, hasta que su descanso es abruptamente interrumpido por el canto del gallo. Gallinas y pollitos despiertan asustados; ellas molestas por la continua cantaleta del presumido gallo fanfarrón que no deja de regañarlas, mientras les grita:
_¡A levantarse, gallinas perezosas! Es hora de buscar el alimento. Los mas deliciosos gusanos se encuentran temprano, en la mañana. Recuerden que solo una vez al día nos traen maíz, pues siempre lo reservan para la hora del almuerzo. Dorotea la gallina mas vieja de todas le dice: ¡ya oímos, gallo hablantín!.
Muy disgustadas ellas, salen con los pollitos a buscar lombrices, mientras el gallo parece un militar marchando, dirigiendo y regañando, pues el jactancioso gallo tiene un carácter insoportable.
En algunas chozas, las familias se levantan para iniciar sus labores diarias. Luna la madre de Yalú amamanta a su pequeña bebé llamada Dalia , mientras Acahualy su esposo enciende el fogón de leña.
Varias mujeres de la tribu, se levantaron desde muy temprano y tienen la masa de maíz, dispuesta para hacer tortillas asadas. Yalú estira los brazos perezosamente y Piqui, su loro inseparable ha volado hasta la hamaca donde el niño duerme, picoteando delicadamente sus orejas. Algunos pequeños que ya se levantaron juegan a la ronda, entre ellos se encuentran Paco, Goyo y Caty; al verlos Yalú muy entusiasmado se une a ellos. Los amigos de Yalú son mayores que el, pero siempre lo invitan a compartir sus juegos y aventuras. Bravo y Rayo los dos perros flacos, corren felices detrás de los niños.
Zahorí el abuelo de Yalú, sale entonando una canción con su caña de pescar, dispuesto a dirigirse al río.
-Abuelo abuelo, yo quiero ir contigo a pescar dice Yalú. También Caty, Paco y Goyo desean ir con el abuelo. Bravo y Rayo se unen a la actividad moviendo la cola y saltando alegremente.
Muy bien niños dice el abuelo; si desean ir, recojan naranjas para que comamos en el camino, el día está caluroso y nos dará mucha sed. Traigan también tortillas de maíz para merendar en el río con pescado asado. Paco y Goyo se suben a un árbol de naranjas mientras Yalú recoge las frutas y las deposita en la mochila y Caty la inseparable amiga de los niños se encarga de ir a buscar las tortillas de maíz.
Así es la vida en aquella humilde comunidad, todos realizan en conjunto las labores.
_Yalú Yalú, mira quien hay en el árbol. Gritan alegremente Goyo y Paco al ver a una hermosa ardilla que emprende carrera con tanta velocidad que pareciera volar. Los perros ladran y tratan de alcanzarla. Piqui el lorito, siempre está en el hombro de Yalú y lo acompaña a todas partes.
Luna sale con la pequeña Dalia en brazos, dispuesta también a acompañarlos. Al verla, Maria y Ruby sus mejores amigas también salen con cestas de ropa para lavar. -Debemos darnos prisa dice Luna, recuerden que ésta tarde nos dedicaremos a coser las molas para venderlas en la ciudad.
Todos cantando se dirigen al río. Los perros van delante de ellos, los demás integrantes de la tribu se quedan realizando sus labores; las mujeres están encargadas del almuerzo mientras los hombres se dedican a cuidar los cultivos y a cortar racimos de plátanos. Al ver al bullicioso grupo dirigirse al río dos conejos se esconden y una iguana los mira pensativa, desde un árbol de tamarindo.
Cansados y sedientos llegaron al arroyo y pelaron las jugosas naranjas que llevaban en la mochila. De repente algo muy extraño sucede. Todos ellos empiezan a sentir un sueño inexplicable que no pueden dominar y se quedan profundamente dormidos. Todos, incluyendo los perros. Solo el pequeño Yalú y Piqui su inseparable perico, han escapado de este singular contagio. Yalú explora el entorno y encuentra muy cerca de allí, una cueva misteriosa oculta entre arbustos. En la cueva se advierte bajo la tenue luz que se filtra por entre el follaje, un afluente de aguas cantarinas, donde abundan cangrejos y camarones de río. El niño acaba de localizar un lugar que hasta ahora nadie había visto.
-Yalú, acércate por favor. Se escucha una voz ronca y serena que amablemente le llama desde adentro. – No debes temer, yo estoy aquí para cuidarte y deseo que me conozcas.
Piqui el perico fue el primero en emprender el vuelo y entrar a la gruta.
-Piqui, Piqui, no te vayas, grita Yalú, quien al entrar al lugar queda maravillado, al ver tallados sobre una enorme roca a tres animales de quienes los ancianos de la tribu, suelen contar fábulas. Un hermoso tucán de enorme pico, plumas de variados colores y mirada triste, un camaleón con alas y una fastuosa águila real.
Hipnotizado el niño pasa suavemente su mano sobre aquellas formas grabadas en la piedra y al hacerlo, los tres animales adquieren vida, sacudiendo sus cabezas. El camaleón tiene la facultad de iluminar su entorno con una magnífica luz resplandeciente que se proyecta desde sus ojos. El águila real desplega las alas con energía y el tucán estira las patas y ejercita su pico. Es maravilloso ver esta espléndida transformación, mientras se escucha el grato sonido del arroyo y brillan camarones y cangrejos de bellos colores. Afuera de la cueva hay variadas especies de helechos gigantescos que se mecen y abanican el lugar.
El Tucán, es el primero en manifestarse diciéndole al chiquillo:
-Mi estimado Yalú, todavía eres un niño, pero se que tienes edad suficiente y mucha inteligencia para comprender mis palabras. Yo he cuidado a la tribu desde hace siglos y aunque los abuelos, cuentan en cada generación sobre mi existencia, lo cierto es que todos creen que solo soy una antigua leyenda.

3 comentarios:

Plyngo and Me dijo...

Ay, ahora, después de leerme este cuento me arrepiento de haberme comido tantos tucanes y tantos camaleones a lo largo de mi vida (por lo menos las águilas no entran en mi dieta). Quizás, sin darme cuenta, me haya comido a estos dos dioses ancestrales... ¿eso me daría poderes? Estoy muy, muy arrepentido, me voy a comer un murciélago que entró ayer en la cueva por despiste. por cierto, en unos días comentaré el libro en mi blog.
Ay, pobres tucanes... con lo ricos que están a la brasa...

Marta Lilián Molano dijo...

Apreciado Plyngo:

Definitivamente mi consejo es que te vuelvas vegetariano, deja a los tucanes disfrutar la vida.
¿Como crees te verías si fueras "Plyngo a la Parrilla?.

Te mando un beso y no te olvido. Recuerda que hay una silla esperándote como Mi Invitado Especial.

Marta

Plyngo and Me dijo...

Jaja, si alguien comiera Plyngo a la plancha acabaría tumbado en el suelo (tengo veneno, como las serpientes)